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sábado, 20 de septiembre de 2014

La niña la feria II y final.


Decía Samuel Langhorne Clemens, más conocido por Mark Twain, escritor estadounidense, que vivió a caballo entre el siglo XIX y principios del XX, y famoso, entre otros, por sus libros: "Las aventuras de Tom Sawyer" o "Las aventuras de Huckleberry Finn", lo siguiente:

 "Es mejor tener la boca cerrada y parecer tonto, que abrirla y demostrarlo". 

Y sin duda alguna, si lo reflexionamos por un momento, tiene más razón que un mundo, o lo que es lo mismo, que es meridianamente meridiano, y ¡válgame la redundancia! 

 Y sin duda, también, estas palabras son sobradamente apropiadas, para que tomen ejemplo y testigo, tantos y tantos bocazas, ganapanes y sopabobas que andan por las viñas del Señor, destripando terrones de tierra seca y yerma. Que hay muchos y muy variados, hombres y mujeres que en toda su condición, se han ganado el apelativo de "idiotas de remate". Que en ciudades y pueblos, pedanías y demás reductos abundan como las bacterias, los parásitos y las garrapatas que no por cojoneras son más o menos miserables. (En mi caso particular, puedo asegurar que vivo rodeado de algunas). 

Yo, los que me conocen, saben que tengo las dos vertientes, aquél que habla por los codos, como los borrachines de taberna irlandesa, y aquél impávido que de ufano rostro, se mantiene alejado del mundanal ruido. Pero en ambos casos, y con vehemencia, reclamo para mí el hecho del saber estar. Algo así como que es tan importante el contenido como el continente, lo que se dice como el tono en que se dice.

Hace unas semanas, manifestaba desde aquí mi incredulidad y vergüenza ante los hechos que habían ocurrido en la feria de Málaga y la violación, hoy desmentida, de una cría, por parte de cinco tipos. Os aseguro que como hombre de fe, pero sobre todo como padre de dos chiquillas, me hubiera armado de un buen cuchillo jamonero, y los hubiera "ensartado", o eso creo que haría. Por supuesto, no le aconsejo a nadie que se tome la justicia por su mano, no está jamás justificado, hasta que, imagino, los actos se justifican solos... aunque esto sería tan discutible como inmoral e ilícito dependiendo desde el punto de mira que se viere y observare. 

Pero, no entraré en este debate, que ahora no viene a lugar. 

Por supuesto, el linchamiento, que cada vez queda más relegado a pueblos de baja estima hacia su justicia, sean de la naturaleza que sean, son ante todo, innecesarios, terribles y tildan al ser humano de algo que desgraciadamente nos caracteriza, nuestro lado más perverso y ciego. Ese sentido de masa que enfervorizada nace y se mueve bajo la batuta de alguien más astuto y perverso. Claro, que en un País de panderetas como el nuestro, el linchamiento moral y mediático fue, es y seguirá siendo, tan tradicional como la sardana, la empanada de bonito, el carbón de S.M. los Reyes Magos de Oriente, o el turrón de Xixona. Algo tan inherente a nosotros, que casi se podría hacer "Marca España" si no fuera por la connotación negativa que tiene. 

Si fuera un pozo de petróleo, el "deslenguamiento", viviríamos mejor que en los países importadores del famoso e idolatrado oro negro.

Hace unas semanas, decía, rasgaba mis vestiduras hablando de lo acontecido, pero no en sí del hecho, que por sí era deplorable y vil, sino más bien de aquella masa enfervorizada que jaleaba la puesta en libertad de los hasta entonces supuestos culpables confesos (según las versiones del diario o telediario que leyeras o vieras). Esa era realmente mi indignación. 

También, en esas semanas, pudimos comprobar otro hecho igualmente desaprobado que fue la pareja que llevada por la pasión, se dedicaron a arrumarse en un parque de Ferrol. Donde en "encabalgador" tenía una ORDEN de ALEJAMIENTO sobre la "encabalgada". Cuestión esta que pasó por alto mucha gente, la cual tomó a mofa, sin darse cuenta de la gravedad de la misma, no en el acto en sí, sino en el incumplimiento per sé en ambas partes de un dictamen judicial. 

En ambos casos, se tensó la ley, se jugó con la justicia y la fe del pueblo hastiado.

Y es que ahora, que se sabe que la "niña de la feria" había mentido por miedo/vergüenza a la humillación de una posible publicación del vídeo de sus relaciones con varios hombres. Ahora, se lee en diferentes medios, que hubo testigos que afirman que era ella quien buscaba las castañas en el horno. Es ahora, no antes. Antes, no hubo testigos o por los menos no los hubo que declararan con vehemencia.

Lo que hay ahora, es el que por ignorancia o por demagogia, se rasga la toga a lo senador romano, y arranca de cuajo las columnas de su sagrado templo, donde se ubica su sana conciencia social y clama al cielo pidiendo una justicia poética para todos aquellos, cuya vara de medir fue en su momento igual de tamaño pero con la mecha más corta. Así pues, yo digo: que todos debemos quedar contentos. Contentos los que desde un primer momento, entre otros los que ahora claman al cielo, porque se ha descubierto que la culpable y mala era ella. Contentos los que siendo supuestamente acusados ahora son absueltos. Contentos los que no creían en la justicia y ven que esta funciona, aunque sea con pasos cortos y vacilantes, Y contentos aquellos que creen en ella porque han visto que el movimiento se demuestra andando. Para el resto, un perrito piloto. 

Y, si me lo permiten, e imagino que sí porque esto lo escribo yo, me gustaría terminar diciendo que el pecado de uno no exculpa la atrocidad de muchos, y que en ocasiones es mejor pasarse de indignado que pasar de todo.

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